El Grand Tour nace a finales del siglo XVII, en plena fiebre por el redescubrimiento de lo clásico. Este viaje a las raíces —principalmente a Roma, pero también al resto de Italia— era preceptivo para completar la formación del gusto. Primero desde la mirada neoclásica: observar para imitar, después desde una perspectiva romántica: conocer mundo para encontrarse a uno mismo. Su influencia se observa en gran parte de las obras de arte y del pensamiento estético de quienes realizaron este viaje: Goethe, Stendhal, Gogol, Lord Byron, Zola… y también Velázquez, Durero, Goya…